Querido diario...
Te tengo muy abandonado. La vorágine de estas últimas semanas hacen que no tenga tiempo para sentarme y comentar las últimas noticias protocolarias.
La muerte de María Carretero ha venido a cubrir de luto al mundo del Protocolo, y a dejarnos un poco huérfanos a todos. Su funeral es el lunes que viene y, lamentablemente, también estaré fuera, pero no olvidaré dedicar una oración por su eterno descanso.
Los premios Príncipes de Asturias, a la vuelta de la esquina, son otra de esas grandes citas del año que suponen siempre, año tras año, un gran éxito de organización. Su brillantez y solemnidad son testimonio permanente de éxito.
En el campo de la Defensa, son innumerables los actos. Juras de bandera, conmemoraciones, ruedas de prensa, viajes, videoconferencias y un largo etcétera jalonan el itinerario protocolario.
Y llega el Día de la Fiesta Nacional de España que, como todos los años, se celebrará en el Paseo de la Castellana de Madrid. Un acto que, con el paso de los años, se ha hecho fácil en apariencia, pero que tiene una enorme complicación. Una de ellas es la ingente cantidad de llamadas telefónicas que reciben los responsables del evento, y otros que no lo son tanto.
Es un acto que, por ser el 11 año consecutivo que se realiza con este formato, ha pasado a ser un clásico entre los clásicos. Tal como está diseñado ahora se inició en 1997, y ha recorrido un trecho largo de perfeccionamiento que da unos buenos resultados en imagen y solemnidad.
En el exterior, nuestras tropas también celebrarán ese día con la vista puesta en la Patria y, muchos de ellos, también en "la Pilarica".
Pero eso es mañana, así que hoy no toca hablar de ello.
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