La muerte de un gran oficial

La semana pasada, el viernes, le sobrevino la muerte, tras una dura enfermedad, al teniente general Álvarez del manzano. Bernardo Álvarez del Manzano y Albiñana fue, en los últimos años, comandante del Mando de Operaciones; es decir, responsable por delegación del jefe del Estado Mayor de la defensa de las operaciones de las Fuerzas Armadas en el exterior.

Había cesado hace unas pocas semanas en esta función para luchar a brazo partido con la enfermedad que le aquejaba. Sin embargo, no pudo ser.

Un hombre íntegro, guerrillero en el más puro y militar sentido de la palabra, fue despedido en el Estado Mayor de la defensa con los honores de Ordenanza. Una compañía, con bandera, banda y música, despidió sus restos mortales, con el arma presentada y a los acordes de la marcha de Infantes. Allí, presentas, numerosísimos compañeros y amigos, además del ministro de Defensa suplente, el jefe del Estado Mayor de la Defensa  y otros altos cargos militares.

Algunos no pudimos decirle adiós personalmente por estar fuera, pero se lo dijimos de corazón y rezamos una oración por su eterno descanso. Ahora, toma el mando de todos los boinas verdes que están en el Cielo. Ese es su nuevo destino, y lo hará con la misma ejemplaridad que lo hizo en la Tierra.