8.7.07


Liturgia de la Misa

El Papa decreta que los fieles celebren las misas en latín si así lo desean Benedicto XVI hizo público ayer el esperado decreto (Motu Propio) con el que se facilita la celebración de misas en latín según el rito de San Pío V, el misal conocido como «tridentino», anterior a la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II.
Al tiempo que decretó las nuevas normas que flexibilizan el uso del latín en las misas, el Papa envió una carta a los obispos en la que explicó que su decisión no pretende poner en duda la autoridad del Concilio, algo que se había venido denunciando desde algunos sectores de la Iglesia en los últimos días. «Existe el temor de que sea deslegitimada la autoridad del Concilio Vaticano II y que una de sus decisiones esenciales -la reforma litúrgica- se ponga en duda. El temor es infundado», aclaró el Pontífice, explicando que el Misal de San Pío V (en latín) «nunca fue jurídicamente abrogado y, en consecuencia, fue siempre permitido».


Lo cierto es que el decreto de Benedicto XVI introduce una novedad sutil: hasta hoy y según una modificación introducida por Juan Pablo II, las misas en latín podían realizarse, pero sólo si existía la autorización explícita del obispo de la diócesis. A partir de ahora bastará con que un grupo de fieles decidan utilizar dicho rito y se organicen libremente en su parroquia. Es más, terminó de aclarar el Papa, el Misal utilizado hasta el momento (el que se utiliza cada domingo en las iglesias) «es y permanece» como la forma «normal» de la liturgia, siendo la fórmula tridentina y la utilización del latín la fórmula «extraordinaria».




Libertad para elegir


En definitiva: el uso del latín en las misas seguirá siendo marginal, pero quienes deseen ponerlo en práctica tendrán más libertades para hacerlo. En su carta a los obispos el Papa argumenta la decisión asegurando que la medida protege a aquellos que «estaban fuertemente ligados al uso del Rito romano que, desde la infancia, era familiar para ellos. Esto ocurre, sobre todo, en los países en los que el movimiento litúrgico había donado a muchas personas una sólida formación litúrgica y una profunda, íntima familiaridad con las formas anteriores». Actualmente, continúa Benedicto XVI, sería ilógico pretender que todo el mundo volviera al misal de San Pío V, «no sólo a causa de la normativa jurídica, sino también por la situación real en las cuales se encuentran las comunidades de fieles». Es decir: el conocimiento del latín y del rito anterior al Concilio Vaticano II no está difundido entre los católicos y no hay ninguna intención de imponerlo. El Papa explica después que no se trata de otorgar a la iglesia «dos ritos», sino que la idea es mantener el mismo, cuyo principio de base no han mutado con el paso del tiempo, si bien «con dos formas diferentes».




Lefebvrianos y judíos


Benedicto XVI deja claro también que el decreto no ha sido promulgado explícitamente para contentar a los lefebvrianos (seguidores del arzobispo francés Marcel Lefebvre, que desencadenó un cisma tras adoptar posturas tradicionalistas después del Concilio Vaticano II, entre las cuales destacaba su negativa a abandonar el rito tridentino). Con todo, en su carta si parece tender una mano a estos cientos de miles de católicos que abandonaron la ortodoxia hace algunas décadas. «Se trata de llegar a una reconciliación interna en el seno de la Iglesia. Mirando atrás se tiene la impresión de que en momentos críticos, los responsables de la Iglesia no hicieron lo suficiente para conservar la reconciliación y la unidad. Esa mirada nos impone hoy una obligación: hacer todos los esfuerzos para que la unidad sea posible».


El Papa también ha querido afrontar algunas de las reacciones contrarias suscitadas en estos largos meses de rumores. Sin citarlo, hizo referencia a la acusación llegada por algunas asociaciones hebreas que consideraron «peligroso» el documento, puesto que el Misal de San Pío V contenía frases presuntamente antisemitas, como una oración en la que se dice que los judíos están ciegos ante la verdad cristiana y se pide que los católicos recen por su conversión. El Papa ha respondido asegurando que las denuncias de antisemitismo fueron una «oposición dura a un documento que no conocían», dejando entender que el antiguo misal sufrirá modificaciones pertinentes: «Las dos formas del Rito Romano pueden enriquecerse mutuamente: en el Misal antiguo podrán y deberán introducirse nuevos santos y algunos de los nuevos prefacios», concluye.




Informa el diario La Razón.

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