31.5.07


Hacia un nuevo concepto en la prelación de invitados

Hablábamos hace unos días sobe la ordenación de invitados, calificándola como una tarea delicada. Pues bien, no cabe duda de que lo sea. Ya hemos visto, y todos sabemos, que no se trata simplemente de aplicar el Real Decreto; hay algo más: es un estilo, un concepto de diseño.
La aplicación pura de las normas escritas en un acto con presencia de personalidades no contempladas en esa normativa nos conduciría inexorablemente al fracaso. Probablemente, una buena idea sería fijarnos unos objetivos para ese acto, y tratar de cumplirlos en todos los sentidos: en imagen, en público objetivo, en ordenación y en diseño del acto en sí.
En la parte que nos ocupa en este comentario, la ordenación de nuestros invitados, es muy aconsejable intercalar ("peinar" en nuestro argot) las distintas personalidades de modo que, al final, se logre un aspecto homogéneo de los asistentes; es decir, que en la "foto" no falte nadie de esas primeras personalidades, y cada una de ellas esté situada en un lugar en el que el colectivo, la institución o la organización a la que representa se sienta que está en su sitio. No importa tanto, por ejemplo, que un director general esté en su puesto en protocolo según el real decreto, sino que tenga a su lado una representación de la sociedad que se pueda considerar, de alguna forma, con la misma "categoría" o representatividad.
Otra posible solución puede ser crear distintos espacios para diferentes estamentos de la sociedad. Quizá, según el acto, sea bueno separar lo oficial de lo empresarial o comercial. Si bien, esta solución puede ser válida para actos realizados con un carácter muy oficial, pero nunca, desde luego, para otros de carácter eminentemente social y de interrelación.

A modo de ejemplo...
Citaré un acto que se realizaba hace unos años (no demasiados) para conmemorar el Día de las Fuerzas Armadas; se trataba de un concierto seguido por una cena. Pues bien, en el concierto se establecían una serie de espacios diferenciados que nos permitían cumplir nuestros objetivos.
Digamos, para simplificar, que hacíamos tres divisiones: una, de carácter muy oficial, eminentemente restrictiva: sólo se situaban en ese espacio las primerísimas autoridades del Estado asistentes (Gobierno y poderes); otra, con el segundo nivel de autoridades del Estado y primeras personalidades del mundo social, cultural, empresarial y militar, ya "peinadas" según una serie de criterios que solía establecer quien esto escribe. Y una tercera con el resto de asistentes, también "mezclados". Sin embargo, la cena sólo tenía dos divisiones; para ello, fundíamos la primera y la segunda, de modo que en la mesa presidencial hubiese una representación amplia de los diversos universos asistentes.¿Se puede aplicar siempre este método?
Evidentemente, no. Cada caso es un mundo; no hay dos actos idénticos, aunque sen similares. En cada uno de ellos, el jefe de Protocolo debe meditar ampliamente sobre los distintos factores que influyen en el acto y determinar la mejor forma de enfocar el problema.

¿Consortes o acompañantes, sí o no?
Se acabó el tiempo. La respuesta, en otro momento...
 

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